Las tres violetas representan las virtudes que debemos aprender de San Marcelino Champagnat. Representan la humildad para aceptar las cualidades, las limitaciones y debilidades. Es eliminar la arrogancia, no creernos superiores a otras comunidades y no presumir de lo que tenemos. La sencillez, que se manifiesta en el trato a los demás, a través de una relación auténtica y directa. Esa sencillez es el fruto de la unidad entre pensamiento y corazón, carácter y acción, que se deriva del hecho de ser honestos con nosotros mismos y con Dios. Finalmente, la modestia, que nos invita a tener el control de uno mismo, ser personas equilibradas, dueños de nuestros propios actos, capaces de llevar las riendas de nuestra vida con acierto hacia el futuro.